Sinceramente, echarme novia ha sido lo mejor que he hecho después de batir mi récord de 14 horas seguidas durmiendo sin estar malo ni convaleciente de una resaca (por cierto, llamadme loco si queréis, pero no tomo alcohol; soy uno de los 10 universitarios españoles que no lo hacen). El caso, que gracias a echarme novia salí de casa, cosa que no hacía desde sexto de primaria, y puse en funcionamiento músculos que o había usado por entonces (no se si lo entendéis; me refiero a los músculos faciales que elevan los labios para esbozar la sonrisa). Pero tener novia viene con diversas sorpresas, algunas agradables y otras no tanto, como con la que viene Eli (mi parienta, para el que no lo sepa): motes y frases raros y (al parecer) cariñosos.
Sí, que vale, que no podría vivir sin esas cosas raras y me enfado si se las dice a otras personas, pero cuando se pone pesadita dan ganas de pegarle un almohadazo en toa la cara.
Un pequeño compendio de estas tonterías es el siguiente, ilustrado con mis pensamientos más profundos:
Otras perlitas son: coquito, mimi, mimichirri, cagalín (por lo del colon irritable), tonti (la primera muestra de que esto iba a ir a peor), ¿me kerejis? y ¿me chichi?, todas dichas con un tono agudo y chirriante.
Insufrible, pero al menos no estoy tan solo en la vida como lo estaba hace unos años en el puto instituto. No, no he tachado puto. Mi novia dice que la mejor época de una persona es cuando iba al instituto. WAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA, discrepo en exceso. Bueno Eli, si lees esto, que no te lo tomes a mal y que te quiero mucho (si no le digo esto, luego me pega guantazos en la espalda).
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