Me voy a tomar una licencia y voy a explayarme sobre un tema que siempre me ha enervado y que llegó a su punto álgido el pasado viernes. He esperado un poco por no hacerlo en caliente. No va a haber dibujitos y no creo que haya mucha dosis humorística (aunque no se sabe, siendo lo gracioso que soy). El tema es "ir al cine", algo que a priori no parece algo malo, pero os contaré mi historia enviando una carta a los que se den por aludidos. Intentaré no usar muchas palabrotas.
Estimados "lo que sea":
El pasado viernes, tonto de mí, pretendí pasar un buen rato con mi novia en el cine. No diré a qué cine fui, puesto que podría ser cualquiera y tampoco quiero que se me linche si esto llega a algún puerto. A lo que iba, plan de viernes: ir al cine. Fuimos a ver "Un monstruo viene a verme", una película maravillosa, pero que por culpa de vosotros, individuos maleducados, no pude disfrutar. Llegasteis con vuestras bolsas de mierdas con sobredosis de grasa y sal, vuestras miles de latas de azúcar en estado líquido, vuestros móviles con luces a todo trapo y vuestra mala educación. Puedo entender que se coma en el cine, no es algo que yo haga, pero lo entiendo. Sin embargo, lo que no entiendo es que en una puñetera sala de cine llena hasta los topes de gente que se supone que ha ido a ver una película, no se vea la susodicha película. Los primeros quince minutos, los que te ponen en situación, fueron solapándose con sonidos de bolsas y latas abrirse, voces de gente que parecía hacerle gracia el cáncer, voces de gente que llegaba tarde, voces de gente que hablaba por el móvil, voces de niños cuyos padres mandan al cine para incordiar a otras personas a ver películas no recomendadas para su edad y un puñetero y largo etcétera. ¿Por qué demonios vais al cine? Podéis hacer lo mismo en un parque o en un vertedero sin tener que pagar entrada. ¿Por qué cojones vais al cine a molestar?. El resto de la película fue más o menos igual que al inicio, algunos os calmasteis, otros seguisteis siendo unos sinvergüenzas que no cesabais en vuestro empeño de molestar a pesar de los avisos que os hacíamos. Ya al final volvisteis con las risas y a hablar entre vosotros, porque estabais más aburridos que una mona. Normal, no teniendo bien desarrollado el cerebro. Nadie os obliga a gastaros el dinero de la entrada y la inversión en diabetes. Si no os gusta el cine, o incluso si lo odiáis, quedaos en casa. No convirtáis las salas de cine en lo que no son. Respeto, por favor.
Atentamente,
un cinéfilo amateur.
Bueno, se terminó. Gracias a Dios, normalmente no se dan situaciones así. La gente quiere disfrutar, ya que ha pagado una maldita millonada por sentarse en una butaca incómoda y tener pegados los zapatos al suelo pegajoso. Pero lo del otro día fue pasarse tres pueblos. Es sólo una opinión de un mero espectador con tintes obsesivos-narcisistas. No hace falta tomárselo a la tremenda.
¡Hasta más ver! Y si vais al cine, no seáis hijos de puta. Os lo agradecerán.