lunes, 27 de junio de 2016

Cosa rara, pero risible

Como es costumbre últimamente en mí, aprovecho el saliente de guardia y que no estoy excesivamente exhausto para seguir con este cúmulo de idioteces. Hoy toca ensayo y revisión bibliográfica del refranero español.
Hace un montonazo de años me regalaron en un cumple o algo el típico libro de "1000 nosequés". A mí me tocó "1000 refranes españoles". Me parece que lo abrí una o dos veces y fue directo a la estantería. No sé quién me lo regaló, pero que no se sienta ofendido, pues ahora recurro a él para buscar refrancillos chupis.
Repasando y repasando, he visto unos cuantos de los que se puede sacar jugo. Pero uno de los que me ha llamado la atención es el siguiente: "BENDIGA DIOS LA CASA DONDE HAY VIEJO A LA BRASA".
A ver, supongo que es algún tipo de metáfora sobre la sapiencia de los ancianos, pero coño me parece que puede malinterpretarse y producir gerontocidios en masa. El caso es que es una frase graciosilla, a mi parecer, y no me he podido resistir a plasmar la imagen literal.


Pantaleón es un buen cristiano y le gusta pasar buenos ratos con su amigo Dios. Resulta que Dios es un poquito interesado y suele exigir que cuando lo invitan a algún guateque haya al menos algo digno de jalar. Pero Pantaleón es un chico listo y le prepara en su barbacoa un rico viejito asado a la leña. ¡Para chuparse los dedos! "Lo mejor es el solomillo", predica Dios.
Y después de esta viñeta que roza la blasfemia (o la sobrepasa, no sé), me voy con viento fresco.

viernes, 24 de junio de 2016

Encontrar una aguja en un pajar

Desde el fin de semana pasado, es feria en Badajoz. Feria de San Juan, por cierto. Mientras las personas sociables se encuentran ahora mismo disfrutando de los sonidos de los cacharros, los caballitos ponys, el alcoholismo y su puta madre el jolgorio, yo me comporto como el ser agorafóbico y evitativo de siempre y me quedo en casita con mi pijama. Y puesto que no tengo nada mejor que hacer (ni amigos), a publicar una entrada toca.
Como son un tema abundante, esta noche traigo otra frasecita. Como todas las frases que publico, me gusta especialmente, y tiene mucho que ver con mi persona y el tipo de orden que existe en mi habitación. Buscar algo en concreto es una ardua tarea, en ocasiones, inacabable. Pero, en ocasiones, sí puedes encontrar el anhelado objeto.


Sinforoso y Felisindo son dos chavales pueblerinos de aúpa. Como buenos paletos, realizan actividades que requieren pocos recursos cognitivos, aunque resulten altamente satisfactorias para la parte de su cerebro que controla la diversión. Sin embargo, a pesar de la buena idea de Sinforoso, Felisindo ha encontrado la aguja que tiró hacía unos días una pareja de yonkis. La buena noticia es que, tras las pruebas pertinentes, Felisindo no contrajo ninguna enfermedad grave (solo un enorme absceso en la puta frente).
¿Qué enseñanzas nos proporciona esta aventura protagonizada por esta gente de la tierra (sobre las que no tengo nada en contra)? No tirarse de cabeza a lugares potencialmente peligrosos, supongo. Yo, desde luego, no lo haré.
PD: hay cosas de la feria que sí me gustan: churros con chocolate, el horario de feria en el curre (horario reducido, claro) y los fuegos artificiales (el año pasado me los perdí por una puta guardia). Si os gusta la muchedumbre y la fiesta desenfrenada, os recomiendo que vengáis por estas tierras.

martes, 21 de junio de 2016

El don de la oportunidad

Huyyy, se cumple una semanita desde a última entrada. Casi vuelvo a cometer el fatal error de dejar esto aparcado. Sería un crimen contra el buen hacer de las personas. El otro día fue mi cumple. así que lo celebré por todo lo alto: ir al curre por la mañana, comer pizza y poner unas velitas en una tarta del Mercadona. Puede parecer triste y con poco contenido lúdico, pero yo lo disfruté bastante. Soy un tipo sencillo (en ocasiones).
Bueno, pues después de mi parrafada intrascendente de rigor, allá vamos con la mierda del día. Hoy toca una frasecita, de las que a mí me gustan. La he puesto como acertijo visual extremadamente complicado y perjudicial para el cerebrito. Que no, que está potable.


Si no se adivina con la ilustración ni con la pista sarcástica implícita en el título, ya sabéis, a tomar más omega-3.
Como siempre, explico un poco lo que pasa en la historia. Indalecio es un gilipuertas. Cada vez que necesita mover muebles a sus numerosas mansiones, recurre rápidamente a sus incautos amigos. Sin embargo, se escabulle que da gusto cuando alguno de éstos quiere cobrarse el favor, y aparece justo cuando el trabajo está finiquitado. Un personaje del todo indeseable, con pésimo gustos para las chaquetas.
Espero que el acertijo haya puesto en marcha ciertas zonas oxidadas e infrautilizadas de vuestros cerebros. A ver si para la próxima cosa no espero tantos días (aunque es más un reto personal que una demanda popular, claro está). Hasta lueguito.

martes, 14 de junio de 2016

A las ricas interpretaciones literales

La gente aprovecha los salientes de guardia para hacer cosas productivas o entrar en coma, pero yo soy especial y aquí estoy, escribiendo cosas sin importancia y de forma improvisada. Hoy traigo dos dibujitos que, como puede intuirse, son interpretaciones literales. ¿De qué? Pues ahora voy con las explicaciones pertinentes.
La primera es una palabra oriunda de Andalucía (o, al menos, yo sólo lo he oído por aquella zona). La palabra en cuestión es carajaula. Tiene un tinte peyorativo, pero tampoco te vas a tomar a mal un insulto de semejante calibre, ni siquiera suena ofensivo, a no ser que seas este tipo.


El pajarraco que tiene dentro es el cabronazo de Jacob. En fin, tampoco voy a pensar mucho más en la cosa ésta, que no da para más.
La siguiente interpretación literal que traigo es una expresión de mi señora: tiene periquito. La primera vez que la escuché pensé que no tenía ni puñetera relación con lo que pretendía significar. Años después, se ha convertido en parte de mi léxico, pero el origen de su significado sigue siendo un enigma. El caso es que viene a referirse a personas que han sufrido acné y a las cuales les han quedado marcas y cicatrices. De este modo, esa persona tiene periquito. ¿Quién podría molestarse en ponerle un nombre tan raro a esa situación? La defensa de mi señora es: "es como si unos periquitos le hubieran picado la cara". Ni Los Pájaros de Hitchcock, pero se acepta la explicación. Pues allá vamos con un tío con periquito en la cara.


Éste sí que tuvo un acné de proporciones bíblicas.
Pues ya terminé con las gilipolleces de hoy. Me toca descansar y pensar en lo que he hecho. ¡Hasta más ver!


jueves, 9 de junio de 2016

Jacob, el loro que se hizo persona: cómo ser un subnormal

Uno de los nuevos personajes que van a pulular ocasionalmente por aquí es la forma humana de mi loro Jacob. No sé si dará mucho juego, porque el tío tampoco es un fiestas, pero al menos lo intentaremos.
En esta ocasión, este plumífero (aunque en las viñetas ya no) personajillo protagoniza una de sus más recurrentes muestras de subnormalidad absoluta. He aquí la escena del puñetero.


Pues sí. Jacob suele tocar mucho los bolindres cuando se aburre de estar en su solitaria habitación. Se da golpes contra las paredes, grita chirriantemente e incluso hace amagos de ahorcarse en su columpio o de arrancarse la cabeza con las garras de gavilán que me lleva. Pero claro, tener suelto a semejante individuo durante mucho tiempo no es plato de buen gusto. Cuando la paciencia de los que lo rodeamos llega a su fin, hay varias opciones: trasladarlo a un lugar oscuro y que se eche una siestecita, asesinarlo brutalmente, darle un cojín (este aspecto será explicado en breve; un adelanto: es algo sexual) o, Dios nos libre, sacarlo a dar un paseillo.
El problema viene cuando el hijoputa mamonazo se queda dentro con la puerta abierta y sigue gritando como un becerro, aumentando la desesperación y las ganas de matar de sus acompañantes. A pesar de indicarle de forma explícita la salida, el tiparraco se queda como un pasmarote hasta que lo tienes que sacar a la fuerza, porque encima pone resistencia.
Jacob es un dador de risas sin fin (aunque supongo que sí hay fin y está cerca). Esperemos que en la próxima de sus aventuras no sufra un intento de asesinato.

martes, 7 de junio de 2016

Soy un tío callado

Debido a mi narcisismo, creo oportuno incluir en esta parcelita mía de Internet ciertos aspectos de mi vida que considero aptos para el disfrute del mundo. Uno de estos aspectos son características de mi personalidad que, dependiendo del punto de vista, pueden ser divertidas o tremendamente irritantes (en la mayoría de los casos, la segunda opción). Por si a alguien le pudiera interesar, ya hice una entrada sobre mi mayor virtud hace un tiempo (y también mi mayor debilidad): la seriedad. Aquí está el enlace a tamaña jocosidad.


La seriedad es una de las dos cosas que son más evidentes en mi persona. Y como una persona medianamente inteligente se puede ya imaginar, el otro rasgo más distintivo es que soy un tío callado. Pero callado callado, ¿eh? Silencioso, parco, escueto y más sinónimos que no tengo muchas ganas de buscar. Y claro, uno puede elucubrar y decir: "pero este tío pretende ser especialista en Psiquiatría. ¿Cómo cojones va a ser psiquiatra si no habla una puta palabra?". La respuesta es sencilla: si es estrictamente necesario, este tío le echa un par de ovoides al asunto y le da a la húmeda que da gusto. Tengo que poner esfuerzo dada mi moderada fobia social, pero uno va practicando y va fingiendo mejor que es una persona normal.
Situaciones graciosas han nacido de esta extraña habilidad para permanecer mudo sin serlo. La principal (y la que suele repetirse al menos una o dos veces al mes) es que alguien me dice: "¡eres muy callado!", normalmente con una sonrisa en la cara. No entiendo cuál puede llegar a ser su intención. A lo mejor sólo me está informando de que soy callado, por si yo no fuera consciente por algún motivo mágico. Otra opción sería que le incordia mi mutismo y salta con un comentario a la defensiva. O incluso puede haber más razones, pero bueno, yo estas cosas, al ser verdad, pues no me molestan (a no ser que se repitan hasta la saciedad o se hagan con inquina, claro está). Me molestaría más que me dijesen que hablo por los codos, ya que esto sólo me ocurre en los ocasionales episodios hipomaniacos que me dan en Navidades y cumpleaños principalmente.
Este enorme e  innecesario texto no viene a decir que pienso permanecer callado toda mi vida, que conste. Sé que hablar está socialmente aceptado en la mayoría de las culturas y, aunque no lo parezca, me esfuerzo un huevo en intentar conectar. Seguramente esta dificultad para articular vocablos sea la razón de que me ponga a escribir gilipolleces tan extensas. Puede que necesite un poquito de desahogo.
Y bueno, para terminar, el otro día  me dedicaron una frase, que viene al pelito: ANTONIO LAS MATA CALLANDO. Pues ea, ahí va la ilustración que tanto ansiáis.


Leocadio es también un tío callado, con un inusual poder con el que tiene que lidiar día tras día. Un tío curioso, la verdad.
Espero que esta sarta de bobadas no haya sido tan aburrida de leer como imagino. Cada uno es como es, pero no viene mal de vez en cuando unirse al gentío. ¡Hasta más ver!

miércoles, 1 de junio de 2016

Historias de Arrancao: giro inesperado de los acontecimientos

Como puede intuirse, la entrada de hoy vuelve a tener como protagonista a nuestro mamonazo favorito. Hilarantes momentos nos da este tiparraco. El caso es que esta publicación tiene su intríngulis, hay algo inquietante, sujeto a la libre interpretación que tenga cada uno. Y sin más dilación, la situación en cuestión.


¿Qué demonios ha pasado? Arrancao siempre está enterrado en el suelo al inicio de sus aventuras (por motivos que no sabemos), pero, ¿por qué en esta ocasión está fuera? ¿Ya había sido arrancado antes? ¿Ha habido algún tipo de transferencia mental? ¿Ser Arrancao corresponde a un estado mental o se es así congénitamente?
Muchas preguntas suscita este diabólico personaje, preguntas que probablemente tengan la respuesta más absurda y sencilla posible, pero que nunca serán aclaradas. A ver qué próxima trastada nos trae este capullito de alhelí. Espero que sea una de las gordas.