Una de las cosas que un niño puede odiar más a lo largo de su infancia es la puta vuelta al puto cole. Estabas tan tranquilo, a 40 grados a la sombra a finales de agosto y, de repente, un anuncio. EL ANUNCIO. El peor anuncio con diferencia que puedes haber visto en tu vida (y eso que el listón cada vez está más alto). Sí, el maldito anuncio era el de la vuelta al cole. No voy a decir que era el anuncio de El Corte Inglés porque no deben decirse marcas comerciales.
Veías esos otros niños en la tele, mentirosos y zafios, haciéndonos creer que volvías al maravilloso sitio del que habías logrado escapar meses atrás. Y te venía la ansiedad: otra vez ir a ver las listas de los nuevos libros (que tendrías que devolver por cambios de edición o que no ibas a usar porque al profesor no le gustaban), otra vez ir con tus padres a comprar de nuevo todo el material escolar porque eras un burro y estaba todo lo del año pasado roído o perdido, otra vez ir a comprar chambergos y chándales de colores yonkis horribles porque habías crecido. Y después de la ansiedad, tristeza, llanto y silencio.
En realidad no era para tanto y, al cabo de unos días, estabas tan pizpireto como siempre, en compañía de tus amigos que eran tan tontos como tú.
Sin embargo, lo de ir a comprar el material sí que era una mierda. Cada asignatura requería su propia libreta, los lápices tenían que ser 2HB o morías, el lápiz bicolor (porque no era suficiente tener un lápiz rojo y otro azul, tenían que estar los dos juntos), afilalápices que no afilaban, gomas que eran cruelmente ensartadas por el compás, estuches a los que se les rompía la cremallera (con fatales consecuencias: http://sanmartindebromista.blogspot.com.es/2016/09/puericultura-avanzada-imaginacion-al.html) y multitud de otras cosas que al final no usabas, al menos como tenían que ser usados.
Y ahí entra la imaginación. Robots hechos con lápices y gomas elásticas, reglas-espada, catapultas, canutos, tirachinas, ballestas y todo tipo de armas (¿para qué hacer algo constructivo?). Pero de todas mis creaciones, a las que tengo más aprecio son las siguientes.
Y ahí entra la imaginación. Robots hechos con lápices y gomas elásticas, reglas-espada, catapultas, canutos, tirachinas, ballestas y todo tipo de armas (¿para qué hacer algo constructivo?). Pero de todas mis creaciones, a las que tengo más aprecio son las siguientes.
Sep. Afeitarse con un cartabón y usar el transportador de ángulos como un puño americano. Buenos momentos, sí señor, indicadores de inteligencia superior. Al menos les di uso.
Bueno, con esto y un bizcocho, no sé cuando volveré por aquí. Espero que no tarde mucho, que algunas de las cosas que tengo pendientes tienen mucha miga. ¡Hasta la vista!
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