martes, 27 de diciembre de 2016

Historias de Arrancao: ¡Feliz Navidad!

Bueno, bueno, bueno. ¿Qué tal van las navidades? A mí no me van nada mal. A pesar de ser una persona generalmente misántropa, disfruto de la compañía de mis seres queridos (y de mi familia), de la entrega de merecidos regalos y de copiosas comidas que hacen que desees tener un jarabe de ipecacuana a mano. Pero todo muy rico, eso sí.
Pues ésta va a ser la última entrada del año, qué penita. Éste ha sido un año normal, sin sobresaltos ni alegrías extremas, para evitar vaivenes innecesarios. Yo no soy alguien al que le guste escribir en redes sociales o por aquí sobre las mierdas que le han pasado durante el año, lo agradecido que está a todo el puñetero mundo por ayudarle a aprender cosas de la vida ni lo necesario que es en estas fiestas ser solidario, compasivo y demás polladas. A nadie le importa lo que te pasa, agradece a los que te hayan apoyado en su cara y sé solidario todo el año (o no lo seas), pero no utilices la hermosa y fantástica Navidad como una excusa para ser buena gente.
No se me ocurría mejor manera de despedir el año que presentar otra aventurilla de Arrancao. Si tenéis menos de 10 años o sois propensos a creer mentiras, NO SIGÁIS LEYENDO: ALERTA SPOILERS.


¡Qué peligro tiene el sinvergüenza! Por supuesto, esos niños lo contaron a niños de otros colegios, a sus hermanos, a sus primos y a todo quisqui, por lo que Arrancao consiguió destruir la inocencia y la ilusión de miles de personas. ¡Como tiene que ser!
Y después de las risas, el llanto, aunque tampoco se va a notar mi ausencia por aquí. Que paséis bien el resto de las fiestas y (como no puedo resistir decirlo) ¡hasta el año que viene!

lunes, 19 de diciembre de 2016

Puericultura avanzada: el Eucalipto del Tétanos

¡Buenaaas! ¿Cómo va la vida? Ayer tuve una guardia buenecita, así que esta mañana me he cargado de espíritu navideño y he salido a hacer gastos mil para que mis seres queridos disfruten de sus merecidos regalos por aguantar mi existencia. Además, mi padre me ha invitado a comer churros. Por cierto, los de Badajoz son los mejores del mundo y no hay ningún tipo de discusión que valga, lo siento.
Pues después de contaros mi apasionante vida, hoy traigo una cosita de la que guardo muy buenos recuerdos. El Eucalipto del Tétanos. No parece que el título de la entrada premonice una fantástica e higiénica aventura, pero se trata de una historia llena de bellos momentos y lecciones de vida que te hacen ver lo bonita que es la amistad y la futilidad de la infancia. Postdata: NO.
También va a servir esta entrada como elegía al mejor árbol que ha existido, puesto que mi querido eucalipto del tétanos fue asesinado. Pero bueno, antes de contaros su breve historia, un fidedigno retrato del vegetal.


Yo soy el del palo. Teníamos que tener palos por si otras bandas rivales querían quitarnos el sitio. Es mentira.
Antiguamente, al lado de mi casa había un descampado. Pero no un descampado normalito, no. Un descampado de varias hectáreas abarrotado de maleza (en su mayoría, cardos borriqueros), entre la cual podían encontrarse diversos tesoros: latas, cristales, escombros, basuras de todos los colores, ladrillos y, por supuesto, tablas de madera con multitud  de clavos oxidados que invitaban a ser pisados por niños inocentes. Y de ahí el bautizar al único árbol que había en el descampado como el Eucalipto del Tétanos, por la horrible infección que guardaba a sus pies.
Los niños del barrio pasábamos horas entre esos peligros cortantes e infectantes para acompañar a nuestro querido árbol. Le hacíamos compañía mientras él nos proporcionaba sombra, asiento (gracias al tocón que dejó su hermano gemelo decapitado) y cosquillas, por los insectos que en él habitaban.
Eran buenos tiempos. Pero, un día, se decidió construir un parque, y no había lugar para el Eucalipto en él. Fue talado y, donde él vivió, ahora reposan unos columpios atestados de niños que no sabrán nunca lo que es jugar con un verdadero árbol. Es verdad que el parque es bonito y da muchísima mejor imagen que un solar lleno de enfermedades, pero el Eucalipto era más que un árbol. Era un amigo.
Vale, y después de llorar, a seguir pensando en las cosas de la vida. Sobrevivid a vuestras familias estos días. ¡Muaks!

miércoles, 14 de diciembre de 2016

Jacob, el loro que se hizo persona: cómo ser un imbécil

Voy a comenzar parafraseando a uno de los personajes más influyentes del siglo XX y, en menor medida, del siglo XXI, Krusty el Payaso: "alguien dijo una vez que la clave del éxito es la puntualidad. Siento llegar 4 horas tarde". Creo que se entiende la metáfora, aunque podría haber tardado muchísimo más en hacer acto de aparición.
Vale. Lo que hoy nos toca aguantar es uno de los divertidos acontecimientos protagonizados por nuestro psitácido humanoide favorito: el hijoputa de Jacob. Ya existe una entrada en la que expliqué cómo ser un subnormal, refiriéndome al comportamiento insoportable del colega, pero esta vez voy a hacer alusión a los que rodean a Jacob, que no es él sólo el que es un gilipollas.
Pues sí, voy a hacer hirientes comentarios sobre esas personas que, a pesar de recibir las pertinentes indicaciones para no ser agredidos (o, incluso, mutilados), optan por esto, ser imbéciles, y exponerse a las vejaciones y abusos físicos proporcionados por el puto pájaro.


¿Por qué? ¿Por qué cojones lo tocas si te he dicho que no lo hagas? ¿Eres un rebelde? ¿Rechazas las normas? ¿O es que solamente tienes un cociente intelectual límite? Pero, sin duda, lo que más me puede llegar a molestar es esa queja, dirigida a mi persona, como pidiendo explicaciones. Te muestras contrariado y sorprendido, aunque era algo que ya sabías. ¡Pero qué tonto que eres, coño! ¡Te cojo y te reviento! ¡Y la herida te la llevas pa tu casa, de regalito, para que se la enseñes a tu familia y le digas lo idiota que eres! Ay madre, para una vez que el pobre Jacob se intenta comportar como Dios manda.
Es posible que me haya pasado un poco, pero la vida es dura. Y además, que nadie va a perder el tiempo en sentirse ofendido que esto es de broma y no pasa ná.
En fin, Serafín, que parece que a la gente le gusta de sufrín. ¡Hasta la próxima, beibis!

miércoles, 7 de diciembre de 2016

Puericultura avanzada: material escolar

Una de las cosas que un niño puede odiar más a lo largo de su infancia es la puta vuelta al puto cole. Estabas tan tranquilo, a 40 grados a la sombra a finales de agosto y, de repente, un anuncio. EL ANUNCIO. El peor anuncio con diferencia que puedes haber visto en tu vida (y eso que el listón cada vez está más alto). Sí, el maldito anuncio era el de la vuelta al cole. No voy a decir que era el anuncio de El Corte Inglés porque no deben decirse marcas comerciales.
Veías esos otros niños en la tele, mentirosos y zafios, haciéndonos creer que volvías al maravilloso sitio del que habías logrado escapar meses atrás. Y te venía la ansiedad: otra vez ir a ver las listas de los nuevos libros (que tendrías que devolver por cambios de edición o que no ibas a usar porque al profesor no le gustaban), otra vez ir con tus padres a comprar de nuevo todo el material escolar porque eras un burro y estaba todo lo del año pasado roído o perdido, otra vez ir a comprar chambergos y chándales de colores yonkis horribles porque habías crecido. Y después de la ansiedad, tristeza, llanto y silencio.
En realidad no era para tanto y, al cabo de unos días, estabas tan pizpireto como siempre, en compañía de tus amigos que eran tan tontos como tú.
Sin embargo, lo de ir a comprar el material sí que era una mierda. Cada asignatura requería su propia libreta, los lápices tenían que ser 2HB o morías, el lápiz bicolor (porque no era suficiente tener un lápiz rojo y otro azul, tenían que estar los dos juntos), afilalápices que no afilaban, gomas que eran cruelmente ensartadas por el compás, estuches a los que se les rompía la cremallera (con fatales consecuencias: http://sanmartindebromista.blogspot.com.es/2016/09/puericultura-avanzada-imaginacion-al.html) y multitud de otras cosas que al final no usabas, al menos como tenían que ser usados.
Y ahí entra la imaginación. Robots hechos con lápices y gomas elásticas, reglas-espada, catapultas, canutos, tirachinas, ballestas y todo tipo de armas (¿para qué hacer algo constructivo?). Pero de todas mis creaciones, a las que tengo más aprecio son las siguientes.




Sep. Afeitarse con un cartabón y usar el transportador de ángulos como un puño americano. Buenos momentos, sí señor, indicadores de inteligencia superior. Al menos les di uso.
Bueno, con esto y  un bizcocho, no sé cuando volveré por aquí. Espero que no tarde mucho, que algunas de las cosas que tengo pendientes tienen mucha miga. ¡Hasta la vista!

¡El literalismo va a llegar!

En efecto, ha pasado un mes y pico durante el cual he abandonado negligentemente este oasis de sabiduría en Internet. Es posible que mis excusas no sean tan graves como para no haber dedicado un puñetero minuto a hacer algo para el blog, pero las voy a enumerar, por orden creciente de importancia: lío en el curro (no es para tanto, pero lo pongo igualmente), preparar sesiones clínicas para el curro (en realidad, sólo una), hacer putas guardias de mierda (lo de siempre) y jugar al nuevo juego de Pokémon (me he pillado el Pokémon Sol, por si a alguien le interesa). Pues sí, éstas son las cosas que han ocupado la totalidad de mi tiempo en vigilia.
Vale. Después de las viles mentiras que acabo de escribir, vamos con el meollo del asunto. Literalismo, la corriente que sigo a la hora de hacer mis dibujos, basada en la interpretación literal de todo lo que llega a mis sentidos (oído y vista principalmente; no puede hacerse una interpretación literal del tacto o del gusto, a no ser que padezcas sinestesia).
Pues venga, la frasecita que hoy nos atañe es: BIEN SE ESTÁ EL PIE EN LA PIERNA. Que lo disfrutéis.


Un pie bastante pejiguero. Hay que verle el lado bueno a las cosas: no tiene un calcetín que le impida ver el mundo que le rodea y es más improbable que se pille unos buenos hongos, pero este pie ha sido siempre muy pesimista y le ha estando dando caldeos constantes a su portador.
Está claro (o no) que la frase hace alusión a que las cosas están bien cuando están en su sitio, cuando realizan la función que les corresponde o cuando no tocan los cojones. Ejemplos de pies localizados en la parte más distal de sus respectivas piernas serían los pajaritos trinando, el Sol calentando nuestro planeta, un barrendero que mantiene limpia su ciudad o Pablo Motos haciendo el anormal. Cada uno con su función en la vida.
Como es costumbre, subiré otra entradita después de ésta, por el subidón de responsabilidad que me acaba de dar. Besis.