Empiezo la semana con un toque optimista y feliz, con una sensación de que todo va a ir bien, porque no tengo malditas prácticas (ya lo estoy celebrando con mi característica euforia). Bien, como puede leerse en el título de la entrada, voy a obsequiar al mundo con dos excelentes consejos que irán bien a todo aquel que los acepte (no a rajatabla, que un poquito de riesgo o de bajona de vez en cuando no hace excesivo daño a nadie). Claro que, no os voy a poner los consejos con palabras, no. Yo no soy así. Yo soy más de hacer pensar con mis ilustradas ilustraciones. Ahí va el primer consejo:
Que no os dé pena el niño hoguera, que no existe en realidad. Y aquí el segundo consejillo:
Éste viene muy bien en esta época, porque, al menos en Badajoz, hay unos días grises últimamente que le quitan a uno las ganas de darse un voltio por ahí. Yo particularmente sigo mucho este consejo desde que salí de aquel alienante antro al que solía llamar instituto.
Bueno, que los dibujos no están muy enrevesados y se sacan muy fácilmente. Si no podéis resolver estos intrincados acertijos, visitad a vuestro neurólogo favorito. Hala, adiós.
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