¿Qué tal va la cosa? Aquí está el Chache de nuevo. Hoy recupero esta sección sobre mis aventuras y desventuras infantiles, que hacía tiempo que no salían en el Blog. La verdad es que no he vivido muchas historias locas y llenas de emociones fuertes porque siempre he sido un chico de interior y, a priori, no suelen ocurrir sucesos dignos de mención en la casa de uno, pero bueno, a mí me pasaban cosas curiosas cuanto menos. Por cierto, al ser un chico de interior, mi palidez congénita se ha ido viendo reforzada con el paso de los años, dejándome un color grisáceo en la piel. Sexy.
Pues en la historia de hoy hace acto de aparición mi padre, junto con uno de sus superpoderes: sentido del oído sobrehumano. Además, yo ayudaba a mi padre a sobrellevar esta cualidad aumentada suya con ruiditos incesantes mientras jugaba con mis Playmobil y una extraña habilidad en mi cavidad oral que hacía que todos los alimentos crujientes que eran triturados se oyesen con una intensidad desmesurada. Allá que va ilustración.
Hace tiempo que no como Choco Krispies. Qué nostalgia. El caso es que mi padre estaba en el salón mientras yo merendaba en la cocina, de ahí la sorpresa. No ha sido la única situación en la que mi padre ha hecho este tipo de advertencias, la mayoría como ésta, a distancia. Espero ir sacando más de estos superpoderes de mi papa poco a poco, que tienen miga.
Hala, a seguir bien.
No hay comentarios:
Publicar un comentario