¿Qué estáis tramando, morenos? Hace mucho que no escribo por aquí, por los miles de asuntos que absorben mi tiempo, claro está, no por pereza ni procrastinación.
No me voy a enrollar mucho con la entrada de hoy porque tengo que fregar los platos y si no lo hago me riñe mi señora. Entonces, ¿friego los platos por miedo a la reprimenda o porque es lo correcto? Difícil cuestión la que se me plantea.
Pues venga, con la gilipollez del día. Hoy toca quintanismo, y, además, uno que describe cierta parte de mi anatomía. El vocablo es PANZABURRO. Suena algo rural, ciertamente (y más sabiendo que es una palabra procedente de Quintana de la Serena; a ver, en realidad no he buscado si es exclusiva de allí o si es otra de las palabras inventadas por mi futura suegra, no voy a perder mi valioso tiempo en eso). Bien, panzaburro hace alusión a, obviamente, la panza, la barriga, la zona abdominal, etc. Y decimos que alguien tiene la panzaburro cuando la piel que cubre dicha zona tiene un color pálido, grisáceo, sin vida, que parece que no le ha dado el sol nunca jamás. Pues yo soy un panzaburro, lamentablemente (o a mucha honra, no lo sé).
Representar una barriga pálida con dibujos en blanco y negro como los que saco por aquí pues no tiene mucho sentido, así que he optado por hacer una ilustración algo más surrealista, como se viene dando de siempre por estos lugares. Que disfrutéis de este pícaro panzaburro.
Un dibujo simpático, con un toque grotesco. Cuán difícil le tiene que resultar a este tío dormir, comer, vestirse, bueno, vivir en general. Al menos el burro parece buena gente. Ah, otra palabra que describe el color panzaburro es maturiento, por si lo buscáis en el diccionario de sinónimos y no viene.
Y una duda que me surge, ¿como come el mulo caga el culo? Filosofía en estado puro. Un besito.
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