martes, 23 de agosto de 2016

Calificativos quintanejos

¡Hola de nuevo!. La segunda entrada de mierda de hoy trae dos expresiones que proporciona al mundo con soberana alegría mi señora. Como casi todos los vocablos que me enseña, suelen tener alguna palabra en castellano nivel usuario que las podría sustituir, pero la riqueza del dialecto quintanejo es tal que insta a usarlas con total libertad. ¡Y allá van!


El  dibujo no es una cosa espectacular, pero sirve para hacernos una idea de lo que es un bartolo de abajo. Lo usamos para hacer referencia a varones que presentan gran volumen corporal en la parte inferior de su abdomen, sus caderas y sus piernas, lo que les da aspecto de campana o de triángulo isósceles. Ejemplos de bartolos de abajo son el cocinero David de Jorge, hombres con síndrome de Klinefelter o el hijoputa de mi vecino del tercero. Pueden hacerse variaciones de esta expresión dependiendo de donde se localice el aumento de masa en el varón, pudiendo encontrarnos también con bartolos de arriba o bartolos del medio.


La segunda expresión puede ser entendida como la contraria a bartolo de abajo. Como vemos en la ilustración, tener las piernas como dos palos de sacudir no es otra cosa que eso, tener las piernas como un par de palos de sacudir. No tiene más misterio (como suele decir mi paciente amigo Frutos). Estas piernas combinadas con brazos enclenques, cuello de lápiz y cabeza anormalmente estrecha no llaman la atención, pero últimamente hay individuos vigoréxicos y estúpidos (valga la redundancia), que se olvidan de que en las piernas también hay músculos, dando estos olvidos como resultado cuerpos deformes y descompensados. Un poquito de cabeza, por favor.
Bueno, me acaba de dar la bajona porque mañana tengo guardia y no me apetece, pero todo sea por labrarse un buen futuro. Ayió.

La cabra siempre tira al monte

¡Hala, dos semanas de sequía! No soy un tipo de fiar. Como intento de excusarme, tengo que añadir que he estado de pseudovacaciones. Pero, ¿qué significa esta palabra que me acabo de inventar? Pues mira, he seguido trabajando, pero mi familia se ha ido unos días a la playita y de ocioso turismo. Debido a esta situación, he estado solito en casa (la mayor parte del tiempo en calzoncillos) y aprovechando el tiempo en ver películas pendientes, pasar el tiempo con mi abuela como buen nieto que soy y, ocasionalmente, no hacer nada. En mi línea.
Y como suelo hacer cuando llevo mucho tiempo sin subir nada, hoy voy a deleitar al mundo con dos gilipolleces como una casa.
La primera es un curioso refrancillo, éste que viene en el título: "LA CABRA SIEMPRE TIRA AL MONTE". Muy profundo todo. No es un refrán que necesite mucha explicación, pero allá voy. Puede hacer alusión a algo previsible, algo que no sorprenda, que esté implícito en la persona, animal o cosa protagonista de la historia. Ejemplos serían leones que cazan gacelas, canis que escuchan reggaeton o políticos que quieren destruir países.
Y siendo yo un tío especial, he aquí mi interpretación de este bonito refrán (ay, la cabra siempre tira al monte, como he estado diciendo todo el rato).


Pues sí, este macho cabrío ha preparado una escapada romántica consigo mismo en un rinconcito rural, para descansar del estrés del trabajo y la familia. ¡Dios, qué ganas de vacaciones reales!

martes, 9 de agosto de 2016

Jacob, el loro que se hizo persona: el cojín

Hace tiempo que Jacob no nos deleita con sus extravagantes comportamientos de psitácido psicótico. La historia que hoy nos atañe es una de las actividades favoritas de Jacob (y una de las que más frecuentemente realiza). No sé cuando empezó a aficionarse por esto, pero no fue mucho después de que lo adoptásemos. En resumen, lo que sucede es lo siguiente.


Jacob es una especie de pervertido sexual que se tira a todo lo que es mínimamente blandito. Es un espectáculo indigno de ver: mueve las caderas sexymente, hace ruiditos extraños y, lo peor de todo, se pone agresivo si intentas interrumpir su arrebato sexual o estás a una distancia que él considere inoportuna. Normalmente ejerce su desenfreno de amor con cojines, pero no hace ascos a almohadas, mantas, toallas, ropa o, incluso, personas. Se refriega insistentemente contra tu hombro o tu rodilla y te ataca vilmente si intentas zafarte de él. Un cabronazo sin precedentes.
Hubo una temporada en la que este pajarraco no practicó el acto sexual y, tontos de nosotros, nos empezamos a preocupar y pensamos que tal vez podría estar enfermo. Nada más lejos de la realidad: en un par de días se desfogó a gusto y pronto volvimos a irritarnos con sus promiscuas conductas. A ver con qué nos sale este bicho en sus próximas aventuras.

martes, 2 de agosto de 2016

Calvo vendrá que calvo me hará

No sé qué le pasa a la gente con los calvos (me incluyo, y más habiendo puesto en entradas anteriores mi encontronazo con El Calvo). El caso es que suelen ser motivo de jocosidad: le pasan cupones por la calva para que den suerte, hacen chistes sobre situación capilar ("no tienes ni un pelo de tonto") y son comparados con huevos, bolas de billar y demás objetos de superficie esférica o cuasiesférica.
Ojeando y hojeando mi magnífico libro de 1000 refranes españoles (editorial desconocida), he ido encontrando varios refranes haciendo alusión a los calvos, tanto por metáforas como por referencias directas. Hay una especie de obsesión colectiva hacia los calvos.
Y bueno, como ya pone en el título de la entrada, el refrán alopécico de hoy es "CALVO VENDRÁ QUE CALVO ME HARÁ". Este refrán sí es metafórico, anafórico o como sea lo que quiero decir. Hace referencia a la muerte (empezamos bien; la mayoría de las veces que sale un calvo en el refranero es la muerte o un muerto; buen augurio). Pero como yo soy especial, prefiero mi versión.


Buenaventura es completamente calvo desde el inicio de su adultez. No lo lleva mal, pero de vez en cuando usa su terrible poder alopecizador para gastar alguna broma pesada, como, por ejemplo, a Calixto, que sin comerlo ni beberlo se ha unido al rebaño de los calvorotas. Con lo orgulloso que estaba de su rebelde cabellera.
Por genética no creo que me quede calvo. Si algún día pierdo el pelo, seguramente sea por algún castigo divino-kármico.
Saludos a mi cuñado. Besos.

Historias de Arrancao: Chuck Norris

Ayer me recordaron que tenía una especie de blog de humor en internet y caí en la cuenta de que llevaba casi dos puñeteras semanas sin publicar nada, sin motivo aparente, seguramente secundaria toda esta situación a la procrastinación que con tanto gusto llevo. Vamos, un sinvergüenza.
Y como llevo tanto tiempo sin deleitar al mundo con mis tonterías, hoy os vais a llevar dos tazas. Para empezar, otra aventura de nuestro querido amigo Arrancao, que ha vuelto a hacer de las suyas. En esta ocasión, un pobre altruista recibe la paliza de su vida, amén de varias fracturas y lesiones (probablemente irreversibles). Ahí dejo la cosa.


¡Qué gracioso! Arrancao disfruta de la desgracia ajena, sobre todo si es tan cercana (y le salpica alguna que otra gotita de sangre). Chuck Norris tuvo su buena época, con la serie Walker (más mala que la hostia, pero que, inevitablemente, me tragaba todos los días, con sus persecuciones a toda velocidad en coches que estallaban al más mínimo contacto con otros coches y de los que salían los ocupantes totalmente ilesos) y las artes marciales con las que reventaba a todo dios. Últimamente no sale mucho, a saber qué estará tramando. Al menos se desfogó con el tipo éste.
Espero que Arrancao siga haciendo más hijoputeces como ésta. Nos alegran el día.