viernes, 5 de enero de 2018

Periplo emancipatorio: pelusas mil

Venga, venga, que ya mismo se terminan las Navidades. Sólo queda la innecesaria cantidad de roscón de Reyes de rigor y se acabó, a comer de nuevo verduritas cocidas, pechuga de pollo a la plancha y yogures desnatados sin azúcar con bífidus 100% real NO FAKE. A mí es una época que me gusta (o que no me disgusta del todo, como diría mi buen amigo Frutos), pero en dosis tolerables, sin pasarse de espíritu navideño.
Bueno, pues una cosa que pasó en el lejano 2017 fue que me he emancipado (no digo independizado por cómo están los ambientes últimamente en España). Pues sí, aprovechando que querían echarme de casa (aunque con cierta penita), me fui a vivir con mi novia. No ha sido una experiencia dura ni mucho menos, todo va como la seda y estoy aprendiendo muchas cosas útiles para mi futuro como hombre de bien (cocinar -mi salmorejo está de rechupete-, fregar con náuseas el cubo de la basura, pagar la luz y el agua, hacer gustosamente la cama. etc.). Es verdad que mi novia es muy mandona buena gente y hay algún que otro conflicto, aunque siempre se trata de asuntos leves y superables.
Han surgido numerosas situaciones cómicas a la par que enervantes durante este periplo emancipatorio, así que he decidido plasmar alguna de esas historias en la sección con el mismo título. Que disfrutéis con la primera de ellas (y la que con más frecuencia se suele repetir).


En efecto, las putas pelusas. Seres de origen desconocido que acechan en los lugares más recónditos de tu morada, esperando el momento justo para hacer acto de aparición y romper en mil pedazos tu autoestima y tus ganas de vivir. Qué gustito da tener bien barrido y fregado el piso y que una cabrona de ésas se ría de ti en tu puñetera cara desde una esquina o desde debajo de la cama. Da igual lo que hagas, si te libras de una, dos ocuparán su lugar. Es una batalla que libramos con ahínco pero que nunca podremos ganar.
Y con esto termino la primera entrada del año. Espero que siga así la cosa y pueda traeros más historias caseras (aunque con un mensaje algo más optimista). Hasta más ver.

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