lunes, 15 de enero de 2018

Chascarrillo matemático

Si algo tienen las Matemáticas que las hacen atractivas a todo el mundo, independientemente de su estrato social y nivel intelectual, es que son súper díver. Vale, no gustan a todo el mundo, puedo entenderlo. A mí me gustaban, como buen cuatro-ojos que era. Tenía el típico aspecto de empollón, aunque bajo ese atuendo de ratón de biblioteca vivía un vago redomado que ha ido cogiendo protagonismo con el paso del tiempo.
Bueno, con el nerd-style venían de regalo timidez, introversión y fobia social. Menos mal que eran gratis. Aunque estas cualidades se han ido reduciendo con la digievolución a persona adulta y semi-respetable, todavía siguen suponiendo una parte importante de mi forma de ser. Además, han sido motivo a lo largo de mi existencia de comentarios innecesarios y carentes de coherencia, como el que voy a presentar a continuación en forma de viñeta candidata a mejor interpretación matemática hilarante de este año. Allá va.


Columbano es un chico tímido, pero lo invitan a muchas fiestas porque es hijo de un magnate de las petrolíferas y tiene que armarse de valor e intentar comportarse como una persona normal durante un par de horas (aunque beber un Nestea sin azúcar no le ayuda a desinhibirse). Gracias al Cielo, en esta ocasión pasaba por allí Sofronio, cuyo don de la oportunidad y su piquito de oro salvaron la noche de Columbano. Yo he recibido muchas veces este comentario en cumpleaños, comuniones y eventos varios en los que conocía a un número muy reducido de gente y acababa aislándome. No puedo comprender que la gente crea que ese tipo de consejos vacíos surtan efecto.
En fin, parece que he venido ligeramente enojado a escribir esta mierdecita. Pero no estoy cabreado ni nada por el estilo. Lo mismo en alguna futura entrada explico por qué. Adiositos.

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