Entre ayer y esta mañana (bueno, mediodía, porque me he levantado a las tantas) me he visto entera la primera temporada de Stranger Things. Podía haberlo hecho en un solo día, pero me caía de cansancio y no podía disfrutar a gusto del pánico que me proporcionaban los chicos de Netflix. Como ya se sabe, no soy una persona constante, pero para las series cojo un ritmo vertiginoso y no puedo salir de él hasta que arraso con todo. La serie está chula, por cierto, a pesar de que me pone los pelos como escarpias.
Tras la parrafada insulsa de rigor, la obligatoria y absurda muestra de interpretación literal. La frasecita en cuestión es: A FALTA DE PAN, BUENAS SON TORTAS. A disfrutar.
Isabelo era un fuera de serie. Estudió Derecho, Física, Filología china e incluso hizo un curso de socorrista, pero nunca pudo despegar debido a su estricto padre, que lo obligó a seguir con el negocio familiar: una panadería con severos problemas de gestión y abastecimiento. Isabelo se siente una persona desgraciada y vuelca su rabia cada vez que tiene ocasión contra cualquier incauto, como Rutilio, que iba a comprar el pan para darle de comer a los patos del parque, sus únicos amigos en el mundo. Una historia cargada de emocionalidad y hostias como panes.
Bueno, después de compadecernos de Isabelo y darnos cuenta de que no es una persona real y que los sentimientos de rabia y la identificación con él han sido una tremenda ridiculez, a seguir con el desfase del fin de semana. Espero que nadie me moleste en mi oscura y fría cueva.
Adiositos.