sábado, 14 de enero de 2017

Violencia gratuita

Entre ayer y esta mañana (bueno, mediodía, porque me he levantado a las tantas) me he visto entera la primera temporada de Stranger Things. Podía haberlo hecho en un solo día, pero me caía de cansancio y no podía disfrutar a gusto del pánico que me proporcionaban los chicos de Netflix. Como ya se sabe, no soy una persona constante, pero para las series cojo un ritmo vertiginoso y no puedo salir de él hasta que arraso con todo. La serie está chula, por cierto, a pesar de que me pone los pelos como escarpias.
Tras la parrafada insulsa de rigor, la obligatoria y absurda muestra de interpretación literal. La frasecita en cuestión es:  A FALTA DE PAN, BUENAS SON TORTAS. A disfrutar.


Isabelo era un fuera de serie. Estudió Derecho, Física, Filología china e incluso hizo un curso de socorrista, pero nunca pudo despegar debido a su estricto padre, que lo obligó a seguir con el negocio familiar: una panadería con severos problemas de gestión y abastecimiento. Isabelo se siente una persona desgraciada y vuelca su rabia cada vez que tiene ocasión contra cualquier incauto, como Rutilio, que iba a comprar el pan para darle de comer a los patos del parque, sus únicos amigos en el mundo. Una historia cargada de emocionalidad y hostias como panes.
Bueno, después de compadecernos de Isabelo y darnos cuenta de que no es una persona real y que los sentimientos de rabia y la identificación con él han sido una tremenda ridiculez, a seguir con el desfase del fin de semana. Espero que nadie me moleste en mi oscura y fría cueva.
Adiositos.

miércoles, 11 de enero de 2017

Cosas de las guardias: el don de la inoportunidad

Soy una persona que suele tener 7 millones de ideas al día, pero también tengo la costumbre de olvidarlas o de dejarlas en el tintero tantísimo tiempo que pierden la esencia o la cosa por la que surgieron ha desparecido como lágrimas en la lluvia.
Bien, cosas de las guardias. Llevo un año y pico trabajando como residente de Psiquiatría (aunque sé que mi abuela no llega a creérselo del todo), así que llevo el mismo tiempo pensando: ostin, estaría chulo hacer dibujos y escribir sobre situaciones jocosas que me pasan durante mi tiempo  laboral. Pues éste es el momento, un momento que podría haber llegado hace varios meses, pero yo soy así.
La primera cosa de las guardias va a tratar sobre un tipo de paciente, odiado por todos y que te sacan de golpe toda la mala hostia que puedas tener en tu haber. Suelen aparecer en las guardias de puerta (guardias que nunca jamás volveré a hacer, gracias al señor). Pues ahí va el tío.


No sé qué puede llevar a una persona a presentarse en un lugar de trabajo a molestar. Porque es eso, molestar. A ti no te gustaría que fueran a molestarte de madrugada por una gilipollez. Que sí, que los médicos estamos trabajando, nos pagan por estar allí solos frente al peligro, pero algunas cosas no son urgentes. Algunas cosas no son asuntos médicos siquiera. Es normal la cara que ha puesto el Dr. Montánchez, aguantando toda su ira infernal: lleva 24 horas sin dormir y en su guardia ha tenido que atender una crisis epiléptica, dos intentos de infarto y un cuerpo extraño en la cavidad rectal, y, por supuesto, no está para las putas mierdas que Custodio está dispuesto a contar sin ningún tipo de miramientos con su verborrea habitual.
Por favor, si tenéis cosas que os preocupan durante meses o que no conlleven muerte en los próximos minutos, no vayáis a Urgencias, y menos a las 2 de la mañana. Los que trabajamos en los servicios de salud somos en mayoría personas, con nuestras tensiones, nuestros cansancios y nuestras ganas de aporrear cosas en caras ajenas. Un poquito de entendimiento. Besos.
¡Uy, casi se me olvidaba! Le dedico esto a las guardias de puerta y a las personas que se den por aludidas por lo anteriormente plasmado.


martes, 3 de enero de 2017

Súper imbecilidad para empezar bien el año

Primeramente, y realizando la oportuna conveniencia social, felicito el año a todo el puñetero planeta, deseo fuertemente que el nuevo año os traiga amor y salud, que disfrutéis de la suerte que os merecéis y todas esas mierdas que se dicen tanto a familiares y amigos como a gente que intentas evitar todo el año pero que casualmente te los encuentras el mismísimo 1 de enero en la puerta de tu casa, como si te estuvieran acechando para recibir la felicitación que tanto ansían.
Como se suele hacer por estas fechas, he hecho una lista (mental) de propósitos para el nuevo año. Siempre suelen ponerse cosas que sabes que no vas a cumplir, pero que quedan bien. Como ya vaticinas, luego no las cumples y sigues siendo el mismo tío triste y falto de masa muscular, pero como al fin y al cabo te da igual, sigues jugando a Pokémon como si la cosa no fuese contigo. Pero esta vez me he propuesto cosas que creo que sí puedo conseguir. Una sola cosa en realidad: dejar de morderme las uñas y los pellejos. Llevo tres días y me va bien. Esta vez es la mía. Lo siguiente sería cortarse los dedos y terminar con el problema de raíz (aunque ya me buscaría otra cosa que morder).
Vale. Después de la innecesaria muestra evidente de que creo que a alguien le interesa mi vida, aquí viene la primera gilipollez del año. Y es todo un clásico: una interpretación literal calentita calentita. Pa' ti.


Típico humor de los nativos americanos. No sé que harían luego con la cabellera del General Rutherford, pero lo que sin duda más le molestó a él fue que ese día llegó tarde a su cita en el callejón de las féminas de moral laxa.
Bueno, todavía quedan los Reyes Magos y el roscón (que mi abuela comprará en cantidades industriales), así que aún podéis tener algún encontronazo con vuestros familiares si no los habéis tenido ya. No perdáis la esperanza.
Good bye! Nos vemos en la próxima subnormalidad.