Un personaje que hace tiempo que no sale (como el probe Migué) es Jacob, el loro que se hizo persona. Jacob es un agapornis que llegó a la familia hace unos 9 años y que, a pesar de sus intentos para ser estrangulado y/o pisoteado, sigue con nosotros. Bueno, desde que me emancipé no lo veo mucho (sniff), seguro que me echa de menos tanto como yo a él (PD: no).
Bueno, por arte de magia o por un experimento maligno de un científico atormentado, Jacob se convirtió en un ser humano en este Blog. Aunque sea un hombre hecho y derecho, conserva la mayoría de sus cualidades de pajarraco. Algunas ya han salido por aquí, como el afán por picotear hasta ver sangre o tener coitos desenfrenados con un cojín.
Hoy os traigo una de las conductas que más me repatean de este cabronazo. Ahí lo lleváis.
Jacob disfruta con las pelusas, las miguitas, las virutas del afilalápiz, de la tierra traída desde la calle,... pero hace amago de vomitar si le ofreces comida rica y nutritiva. Aún así, parece más sano cada día, el muy mamón. Eso sí, tontos nosotros, que creemos que va a cambiar. Donde no hay, no busques.
Bueno, pues eso. Criad bien a vuestras mascotas (e hijos) o comerán basura del suelo. Hasta más ver.
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