Acho, tío. Desde mayo sin portar por aquí. Menudo fracaso de hombre. Pero, ¿vale de algo estar fustigándose por algo que nadie en su sano juicio echaría de menos? Lo cierto es que no. Además, esta vez sí he tenido una excusa de peso para mi ausencia: me casé.
¿Te casaste la cagaste? Un poquito De ninguna de las maneras, jamás se me ha pasado por la cabeza semejante afirmación. Hay mucho miedo acerca de los casamientos, las malvadas familias políticas y los sonidos de arrastre de cadenas cuando uno se dirige hacia el altar, pero no es mi caso (al menos de momento). Ni yo mismo habría apostado por que yo fuera el primero de mis amigos en casarse (tendría que haber apostado todo mi dinero cuando se me presentó la ocasión). Lo cierto es que llevando casi 9 años con mi señora era algo de esperar, sobre todo después de haberme currado todo este tiempo engañándola para que se creyese que soy una persona normal. Ahora no hay vuelta atrás, Eli (por lo que nos comentaron en la iglesia). Bueno, que me está sentando bien esto de ser un marido, hala.
Y para celebrar mi reciente matrimonio, voy a compartir por aquí dos de esas expresiones que me gustan tanto de mi mujer (al decir mujer me siento mayor, pero mayor en plan bien, no en plan viejo decrépito cebolleta que huele a alcanfor). Pues eso, allá van.
Por supuesto, un frentetoro no es una persona que tenga un toro en la puta frente. Ni siquiera son personas que han sufrido una infidelidad. No sé si esta palabra se usará en otros lugares que no sean la casa de mi señora, seguramente no. Bueno, pues un frentetoro es una persona con mucha frente. No sé de dónde viene la asociación, pero ahí lo llevas. Personas célebres frentestoro serían Carlos Núñez, Christina Ricci o Shaila Dúrcal. Ya tenéis un vocablo más en vuestro repertorio. Y ahora, la siguiente gilipollez.
Pues sí, alguien que está espelechando es alguien que poquito a poco va mudando la piel como la serpiente que es. Yo suelo espelechar de vez en cuando porque, aparte de mi viperina forma de ser, tengo la piel más seca que un polvorón. Tendría que echarme cremitas y mierdas de ésas, pero al ser tan vago siempre pospongo mis sesiones de belleza y sigo espelechando. Ojalá este problema tuviera alguna solución más sencilla que moverse del sofá.
Bueno, ya dejo de escribir tonterías y a hacer algo de provecho, aunque siendo domingo lo que me espera son horas de depresión prelunes. Hasta la vista, babies.