Jope, casi dos meses. Grave.
No pretendo que nadie me crea al decir que he estado realmente liado todo este tiempo, porque no me lo creo ni yo. Es una lástima que haya tenido al mundo en vilo en estos lluviosos meses en los cuales mis escritos podrían haber arrojado cierta luz en medio de los tormentosos días, pero es que me gusta hacerme de rogar y aparecer heroicamente cuando nadie me necesita.
Bueno, pues sin más dilación, vamos con la historia melancólica que hoy os traigo. Me inspiré gracias a uno de los refranes de mi libro de la infancia "Mil refranes nosequé". La frasecica en cuestión es: CAMARÓN QUE SE DUERME, SE LO LLEVA LA CORRIENTE. Me imagino que quien ideó tamaña situación metafórica quería hacer alusión a que si no haces las cosas a su debido tiempo o eres perezoso con tus quehaceres, puedes tener horribles consecuencias, como que te hagan pupita en el diodeno.
Así que, con el refrán, se me ocurrió una historia que tiene como protagonista a Rogelio, un camarón de la costa atlántica andaluza. Rogelio no duerme bien desde hace meses porque acaba de ser padre y sus 247 hijos se ponen de acuerdo para llorar por turnos, así que el pobre crustáceo no tiene tiempo para una cabezadita siquiera. Y como todo va de mal en peor, en una de sus fases somnolientas diurnas, una corriente oceánica lo aparta de sus semejantes. Aquí la prueba gráfica.
Suelo intentar ver la parte positiva de las cosas, así que lo mismo a Rogelio le viene bien un tiempo apartado de sus vástagos para descansar aunque solo sea la vista unos instantes. O lo mismo la familia de Rogelio fue a parar a las redes de unos pescadores onubenses. O a Rogelio se lo comió un gavioto.
Bueno, espero que no os haya entristecido la historia de Rogelio. No existe.
A ver si recupero cierta cadencia por aquí. Hasta lueguito.